martes, 31 de marzo de 2015

De la honestidad y la incongruencia

Alguna vez leí una frase que rezaba: prefiero que me odies por ser honesto a que me ames por mentiroso. 
Que claridad, que congruencia, pensé. 

Sin embargo, ya se sabe que las acciones hablan más que las palabras. 

Qué sucede, entonces, cuando alguien va diciendo por la vida que es honesto, y actuando deshonestamente. 
Qué con la gente que dice estar agradecido por haber recibido apoyo de otros, pero que no lo demuestra ofreciendo su hombro pa' llorar las penas. 
Qué con la gente que va diciendo te quiero como anunciando que vende pepitas. 
Qué con la gente que se muestra disponible cuando hablar de sus tormentos, recuerdos, anhelos, se trata; pero cuando el otro se quiere compartir no tiene el tiempo, o peor, ni lo pregunta, y si cede unos minutos, pero lo que escucha no es de su interés o los incomoda, decide cambiar el tema. 
Qué con la gente que hace responsable de su incapacidad de querer, a los demás, y no acepta lo poco que inspira que se le quiera. 

Qué con la gente que se dice ser amigo y nomás no logra serlo. 

Qué con quienes ven todo esto y continúan poniendo las dos mejillas, los brazos, el pecho. 

Dijo alguien un día que todo se gana en esta vida, eso incluye: el respeto, la admiración, el cariño, la disposición, el interés, etc; para obtener todo eso se trabaja, y para que deje de existir, con ser indiferente y darlo todo por sentado, basta. 



TAN TAN